jueves, septiembre 20, 2012

La decadencia del Anime de hoy (lovers gonna hate)

Así es. Y digo anime por que actualmente yo ya no conozco a esos fans, a esos otakus que se emocionaban por poder leer el manga en el que se inspiraron para crear su historia favorita.

Me recuerdo cuando una historia era más apreciada por su historia que por su género, por su humanismo que por el fan service (aunque este de toda la vida ha sido imprescindible), o cuando la historia original era mil veces más importante que todos los doujinshis llenos de perversiones (nunca me han gustado los doujinshis, ni si quiera en mis épocas más intensas de otaku hard core).

Actualmente ¿cuántos cosplay originales han visto? Veo mil Sakuras (Naruto), mil grupales de la Akatsuki o de Bleach, otros tantos Luffys, y chorrocientas mil millones de Mikus. Los otakus de hoy no salen de Naruto, Bleach, One Pice y Vocaloid, si llegan a conocer Fairy Tail ya es mucho. ¡Y no los culpo! Todavía no decido si los fans de hoy se están volviendo cada vez menos exigentes, o si la poco oferta del mercado japonés los está volviendo mentalmente flojos. Por que de un lado tenemos historias que exigen poca esfuerzo mental al espectador, lo cual no es malo, siempre hay que reir un rato; y por otro lado tenemos historias estresantes, llenas de callejones sin salida, de preguntas sin respuesta y -lo que más odio en el mundo- finales inconclusos. Ya no tenemos ese punto medio entre el mero entretenimiento (Dragon Ball, Full Metal Panic Fumoffu!) y el desafío mental (Ergo Proxy, Wolf's Rain). Historias como Saber Marionette J o Get Backers, en las que se mezcla de forma perfecta la acción, el fan service, el romance, la sangre, una historia profunda, y personajes asquerosamente humanos, son lo que deberían traer de vuelta, aunque obviamente, ésto no se puede si el público consumidor destinatario (jóvenes de entre 12 y 20 años) no desea mas que entretenerse un rato, reir, y escribir un poco de pornografía al respecto (según el código Hays, cualquier acto sexual explícito es pornografía, importando muy poco si es artístico o no). ¿Apoco no se acuerdan cuando un anime mietras más raro, era más valorado? ¿O cuando un cosplay que no hacía cualquiera era más premiado? Cuando era más importante la historia que la imagen.

Esto no es al azar. No es algo que se esté dando solamente en el mundo del anime. Es un padecimiento generalizado de la población mundial. Tampoco es algo que venga pasando de a poco. Es un fenómeno que se viene dando desde comienzos del siglo pasado. Un proceso en el que se involucra lo que Hegel llama "La Muerte del Arte" o "El fin del Arte". No pienso entrar mucho en rollos de teoría del arte por que luego yo sola me hago bolas, pero lo resumo: la capacidad mimética de los medios actuales, tales como cine, tv, foto, animación, video juegos, ha llegado a límites de fidelidad o realismo, para un público mundial que no está mental o intelectualmente entrenado en la cultura visual (estudios visuales, materia en la que se enseña a interpretar, analizar y criticar imágenes no sólo artísticas, si no de la cultura pop). Este realismo, ha vuelto de cierta forma floja a la mente. Antes, con formas más abstractas, la mente debía poner lo que "faltaba" de, por ejemplo, tres bolas para convertirse en un ratón. En algunos casos, como lo fué el animé y algunos video juegos durante años, esta carencia se equilibra con historias profundas y/o con mensajes de importancia ya sea moral, filosófica o intelectual. Sin embargo, en una sociedad de consumo, enfocada (o más bien acarreada) hacia el consumo indiscriminado de imágenes (todo es una imagen, incluso tu eres una imagen de consumo) este equilibrio se pierde, ya que te venden una imagen bastante fácil, y sin embargo la historia no compensa ésta perdida de ejercicio mental.

Lo resumí de la forma más sencilla y breve que pude.

Y bueno, creo que eso es lo que pasa.

PD: Lean a Hegel.
PD2: Lean a Hegel si tienen autoestima alta.
PD3: Si la tienen baja, igual lean a Hegel, pero no me vengan a chillar cuando su vida pierda sentido.

domingo, septiembre 16, 2012

Pastel Goth

Ilustración original de Spacewalker


Bueno, dejando un poco de lado mi vacío emocional (no intentando rellenarlo por que no tiene sentido), hoy vengo a hablarles de una moda que gracias a Diane, me ha estado entusiasmando. Se trata del Pastel Goth, y no, ésta vez no es una moda asiática, aunque se retroalimentan algunas modas...por ejemplo con el Lolita.

miércoles, septiembre 05, 2012

Me llegó el alma

Cuenta mi tío que entre los diplomáticos existe una frase muy utilizada cuando llegan a un nuevo país, o más que frase es una pregunta: ¿Ya te llegó el alma? Se dice que a partir de que el hombre empezó a utilizar medios de transporte como trenes o, en mi caso, aviones, el alma, acostumbrada a moverse a la velocidad de nuestro propio cuerpo, se desplaza mas lentamente que su transporte mecánico. Es por eso que cuando se llega a un país nuevo, después del obvio asombro ante lo desconocido, poco se siente de manera intensa. Al menos en mi caso así fue...hasta que me llegó el alma.

Me rasguñó un poquito cuando estaba en la capilla Sixtina, sin embargo es un lugar abarrotado, pequeño, y ademas, iba acompañada de mi tía y mi prima, así que mi alma decidió que necesitaba más privacidad y se marchó apenas salí de ahí. Fue hoy, cuando empece mi peregrinaje, que me llegó. Después del desayuno, me salí en la dirección que mi tío me indicó para llegar a la Iglesia de Santa María della Vittoria. Iba caminando rápido pues eran las 11 am y todas las iglesias cierran de 12 a 3 pm. No vi mucho, pues iba al encuentro con la única cosa de Roma que de verdad me emocionaba conocer: a Santa Teresa en Éxtasis.

 Me costó un poco encontrar la pequeña iglesia, pues ademas de estar en una avenida, lo que perjudica a la visión, su fachada está totalmente cubierta debido a obras de restauración. Cuando llego veo la puerta cerrada y una gran decepción me inunda (aunque estaba dispuesta hasta esperar a las 3pm para que abrieran de nuevo). No hizo falta esperar, note que alguien salía así que me apresuré a entrar. Solo abrir la puerta me recibió una esplendida música en órgano, y al oír una notita fantasma, me di cuenta que estaba siendo interpretada en vivo. Recorrí la pequeña iglesia por el lado derecho, siempre lo hago así, al revés. Me pareció asombroso encontrarla casi vacía, y me recordé que, de no ser por "Ángeles y Demonios" estaría desierta. Lo primero que me encontré fue una tumba que llamó sobre manera mi atención, una mujer no mucho más alta que yo, o mejor dicho, no más alta que yo, con un bonito vestido bordado. He visto este tipo de cosas en México, pero por la abertura de su boca, la forma, color, textura y ubicación de sus dientes, me di cuenta que era un cadáver real. Después vi que en sus manos, por la parte de las palmas, no había cera y podía ver perfectamente los huesos amarillentos de la santa. Algo que llamó mi atención de ella fue una herida que tiene en el cuello, aunque no se nada de esta santa pensé en vampiros. Intenté investigar, pero no encontré NADA. Seguirá siendo un misterio hasta el día que regrese a Roma.

Después giré hacia la derecha, caminé por el altar y ví la capilla Cornaro, la ví a ella: ahí estaba con su imperturbable rostro en perpetuo éxtasis. Me cautivó de inmediato. Sin embargo, lo que realmente me sorprendió, no era ella, si no el Ángel. Las fotos, aunque muy fidedignas, no logran captar esa hermosa picardía y su magnífica media sonrisa, su labio inferior fruncido, su cara triunfante. Lo único que podría pensar es en un hombre que se siente realizado al ver la cara de su amante en éxtasis...su amante, repetí mil veces la palabra en mi cabeza, volví la cara de nuevo a ella, y la contemplé: quería ser ella, quería volverme piedra en un instante eterno de perfecto amor, la deseé y deseé a su Ángel, que siempre, para siempre se quedaría con ella. Les ví a ambos, y la frustración se apoderó de mí, les odié pero al mismo tiempo les amé. Cuando estaba más dentro de mi torbellino de pensamientos, se me acercó un señor, me dijo que la iglesia iba a cerrar y que por favor me marchara. Me separé de la capilla con cierto pesar y salí a la calle, dónde la luz del Sol me cegó, y así caminé hasta que no pude más. Afortunadamente pasaba junto a un parque, y dentro de los árboles, en un pequeño clarito, me puse a llorar en silencio, después un poco más fuerte. Cuando el alma te regresa, duele.

...


Esa misma tarde, por primera y última vez en mi visita a Roma, le oí, absolutamente cerca de mí, sobre de mí, dentro de mí. Su graznido me heló el alma recordándme: "Estoy aquí, no estás sola. No está mal dejar que el alma odie, yo no puedo ser siempre amor, yo también pasé por lo mismo que tú". Después de eso, el cuervo salió volando en dirección al Castel Sant'Angelo.






jueves, agosto 16, 2012

Yo...

Me quedo con esa imagen, si es necesario.
Me quedo con mi subjetividad, con la impresión en luz de mi mirada
Me quedo con mi dibujo de tu silueta en luz
Me quedo con esa sola imagen, pero sólo si es necesario
 Sólo de ser necesario, guardo tu imagen para la próxima vida.

jueves, julio 26, 2012

Surrealista en el amor.

Junto a la poesía, la revolución, el sueño y la libertad, el amor ocupa un lugar privilegiado entre los temas míticos del surrealismo. 

El amor es una fuerza capaz de alterarlo todo, de enmarañar los valores individuales y colectivos, de hacer pedazos lo ya sabido, y transformar la vida, arrastrándonos hacia lo desconocido

Pero para que el amor adquiera este carácter convulsivo ha de liberarse de las ligaduras que lo atan, debe convertirse en el amor absoluto, único, maravilloso, aquél que se sitúa por encima de cualquier otra consideración, de la moral y de la razón pragmática, aquél que tiene su único sentido y fin en sí mismo

En este amor reside, en potencia, un fragmento de la utopía, de la poesía realizada. 

Como bien diría André Bretón:


Lo que he amado, lo haya retenido o no, lo amaré por siempre...

domingo, mayo 27, 2012

¿Entonces?


-¿Entonces?-
    Dice el hombre calvo, sentado en un taburete junto al diván rojo de terciopelo dónde me encuentro recostada.
-¿Entonces?- Repito yo, de forma casi autómata.
-Entonces, ¿cada cuánto piensas en la muerte?-
-¡A cada instante!- le contesto orgullosa.
 -¿Piensas en la muerte de muchas personas, de alguien en específico, de grupos raciales, delictivos, sociales? ¿Alguien que te dañó?-
-No, no. Siempre es mi propia muerte.-
-Vaya ¿y cómo piensas en tu muerte?-
     Pienso durante varios minutos mi respuesta, finalmente contesto:
-Como... como método de punición.-
-Pero, sabes, la muerte no puede resolver tus problemas, no puedes redimir tus culpas o pecados con tu propia muerte.-
     No comprendo completamente lo que quiere decir, hasta que caigo en cuenta que él confunde la forma en que pienso de mi muerte con el suicidio. Él empieza a asumir probablemente que tengo un problema de depresión, baja autoestima, o no sé qué cosas raras de psicólogos estará pensando.
-Usted no comprende. No pienso en mi muerte como método de punición contra mis tormentos o pecados. Siempre he creído que escapar de mis demonios de esa manera es cobarde e insulso. Pienso en mi muerte como método de punición para todos los demás.
    El hombre me mira, no puedo decir que anonadado o impactado, pero si francamente sorprendido. Cambió toda su percepción de mí con sólo esa frase. Y es que cómo no, si cuando entré al consultorio hace unos minutos era una pequeña mujer escuálida, con los párpados inflamados, de hombros caídos y nada en los ojos. Nada más al
[o1]  comenzar a sacar lo que llevaba por dentro comenzó a brillar una llama en mis ojos. No la llama cálida que hasta hace tan poco era habitual en mí: una llama gentil y generosa, de esperanza, por decir algo. No, ésta era una llama ardiente del coraje y el valor que la desesperanza trae consigo para algunos cuantos afortunados.
-¿Cómo llegaste a estar tan segura de que tu muerte afectará o castigará de alguna manera a alguien, o a todos?
     De nuevo me tardo en aterrizar mi respuesta en palabras. Tengo los sentimientos, los he ido recolectando de todas las personas a las que he conocido.
-Porque saben que están aludidos. Los afectará por la culpa, por la sensación de vacío, sé que soy una persona que no pasa desapercibida. Los castigará con el pensamiento recurrente -o esporádico, no me importa- de "Y si hubiera..." Ese es el único castigo, el único ejemplar y definitivo castigo.
-Te crees demasiado importante ¿no crees?
-Estoy segura de que lo soy. Pero, debo demostrárselos. Y sólo podré hacerlo con mi ausencia.
-¿Cómo llegaste a esto? ¿Cómo decidiste que todos merecen un castigo por lo que te pasa sólo a ti?
-No digo que todos, no todos me timaron, ni todos me estafaron, ni todos me menospreciaron. Pero sí la mayoría.
-¿Tuviste ayuda antes? Me refiero a ayuda psicológica.
-No, nunca. Estoy aquí por mí misma.
     Hablar con ésta persona es inútil, no me entiende, se cree mejor que yo, y además no es la ayuda que necesito. Sin embargo, es la única que me puedo permitir por el momento. Él no ayuda a dejar ir mis sentimientos, si no que los hace más fuertes y destructivos.
-¿Cómo es que nunca pediste ayuda, o qué nadie notó que la necesitabas?
-Lo dije mil veces, de mil formas distintas. De formas indirectas, y a veces de formas directas. Sabía que necesitaba ayuda de un profesional, pero no sabía cómo pedirla.
-¿Cómo pedías esa ayuda de formas indirectas?
-Con juegos de palabras, con refranes, con pequeñas alusiones. Siempre contaba alguna anécdota triste y rematando con un "Pero es normal, ¿no?" También usé otros métodos indirectos, como no levantarme de mi cama durante dos días seguidos, sin dormir durante un mes o más, sin hablar por más de una semana, sin probar bocado en días, bajando cinco kilos en menos de un mes, no mirando a los ojos a nadie. Incluso en el Arte, cualquiera que sea su significado.
-¿Y no lo notaron?-
-No la primera vez. Pero pasado más o menos un año, lo he repetido, o más bien, me han obligado a repetirlo. Y pareció funcionar, pero todos tienen su propia vida y no puedo ser el centro de sus vidas todo el tiempo, a menos que lo sea como un recuerdo. Pero yo nunca seré un recuerdo.
-¿Y pediste ayuda de forma directa y clara?
-Desde luego que lo hice.
-¿Qué pasó? ¿Cómo fue?
-Una vez le dije a una persona que le necesitaba, que no estaba bien, que mi estado ya no era normal. Que además de necesitarle, necesitaba ayuda terapéutica, que me ayudara, que me apoyara.
-¿Y qué pasó entonces?
-Me prometió ayuda, me prometió compañía, y un montón de tonterías más. Eso me tranquilizó, porque de verdad me empecé a poner muy mal, y tener a alguien que lo supiera, era bastante acogedor. Sin embargo, huyó de mí dos días después. Es obvio, es una carga muy difícil de llevar.
-¿Y por eso le quieres castigar?
-Ah, no. Eso ya fue. Les quiero castigar - porque son varias personas- por todo lo que fue antes y después. El "entre" no tiene nada que ver. El "entre" es lo único que me impide llevar a cabo mi plan.
      Y entonces, es cuando el hombre se queda sin palabras, me suelta esa pregunta que llevo esperando desde el día que pagué la consulta.
-¿Y eso cómo te hace sentir?
-¿Sentir? Pues bien, tuve el sentimiento más horrible del mundo. Peor que el odio, el rencor o el olvido, o todos juntos. Empezó como una tristeza, de esa que te impele a cometer actos tontos, pero que al fin y al cabo, te hace moverte, te hace intentar cambiar las cosas. Pero se fue haciendo más profunda y más introspectiva cada vez, hasta llegar a la completa desesperanza, el conocimiento de que algo está mal y la seguridad de no poder cambiarlo. Es una desesperanza que llega del alma y paraliza los huesos, al grado de no poder moverse, no poder seguir llorando, tampoco se puede respirar bien. Pero después, llegó la calma, por los síntomas creo que era lo que llaman paz, pero no es la paz que todos piensan, es una paz extraña, es el poder pensar claramente de nuevo, el saber que todo está perdido. Es una paz, y una tranquilidad, que en mis días más felices jamás alcancé. Es el estar tan mal, que sabes que no se puede empeorar. Es como... arrancarse la conciencia. Como arrancarse todos los sentimientos que se tenían para poder deshacerse de uno sólo que lo contagió todo. Pensar que todo está tan mal, creer que a partir de hoy sólo se puede estar mejor, pero saber que es mentira. Es como tener de nuevo un agujero negro en el corazón.
       Salgo del consultorio. Dejo mi ira, mi rencor y todo lo demás y me llevo a cambio una bonita papeleta.
-Vuelve en una semana.- dice el doctor.
-Espero que no.

domingo, mayo 06, 2012

Algunas escenas deberían quedarse sólo en las películas.

Advertencia: El 90% de ésta publicación es real. El otro 10% sólo es para hacerlo más intenso.

Un autobús recorre una autopista en medio del bosque, sólo hay árboles hacia ambos lados. El guapo y joven chofer del autobús escucha música no muy común para su gremio. En el asiento justo detrás del chofer una chica de ojos grandes se recarga en la ventana, el viento mueve su cabello castaño de forma graciosa. De pronto, se escucha una canción familiar para la chica, quizá también para el chofer, ya que decide repetirla incontables veces, incluso la canta con una voz muy chistosa y homosexual, hasta que por el retrovisor ve que la chica está llorando, cambia a la canción que sigue, la canta también con tono maricón, y prentede que nada sucede. Un niño se acerca a la chica y le regala una paleta de pollito, lo cual ella agradece infinitamente.

Si alguien de mis tres lectores se pregunta ¿cuál es esa canción? Aquí la tienen: